Otra vez el holocausto
Title
Otra vez el holocausto
Description
Por Carlos Alberto Montaner
1 de mayo de 2007
Cuando Seung-Hui Cho fue a entrar pistola en mano en la clase de aeronáutica para asesinar a sus condiscÃpulos en Virginia Tech, el profesor Liviu Librescu, un anciano de 76 años, menudo de cuerpo pero dotado de un carácter firme, se lo impidió durante unos minutos mientras sus estudiantes huÃan por las ventanas. Finalmente, el joven asesino hirió de muerte a Librescu y siguió su recorrido en busca de nuevas vÃctimas. Librescu era el scholar con más publicaciones de toda la universidad. Un verdadero sabio en su campo de investigaciones.
Esto sucedió el 16 de abril, precisamente en Yom Hashosha, el dÃa en que se conmemora el Holocausto que arrasó sin piedad con seis millones de judÃos europeos entre 1935, cuando Hitler promulgó ''las leyes de Nuremberg'', con las que despojó de derechos a las personas de esta etnia o religión, hasta 1945, cuando los aliados entraron en los campos de exterminio y, horrorizados, encontraron a un puñado de despojos humanos que habÃan logrado sobrevivir milagrosamente.
Uno de esos sobrevivientes del Holocausto habÃa sido Librescu, entonces un adolescente en su RumanÃa natal, a quien el destino todavÃa le depararÃa otra experiencia monstruosa: el establecimiento de la dictadura comunista en RumanÃa, también teñida por el antisemitismo, la irracionalidad y la barbarie. A fines de los setenta, afortunadamente, por una gestión de Menajem Begin, consiguió emigrar a Israel y, unos años más tarde, desembarcó en Estados Unidos donde acaba de morir heroica e inesperadamente a manos de un muchacho enloquecido.
Traigo a cuento la historia triste y gloriosa de Librescu porque llega en medio de un debate mundial: ¿qué hacer con los canallas que niegan la existencia del Holocausto? En Canadá y en algunos paÃses de Europa los parlamentos han aprobado leyes por las que sancionan a quienes niegan el exterminio masivo de judÃos, alegando que esa falsedad estimula el odio racial, mientras en Estados Unidos la Primera Enmienda les permite difundir sus envenenadas informaciones porque el Estado no puede legislar en materia de libertad de prensa.
Creo que hay dos buenos argumentos para asumir la posición norteamericana. El primero, es que en una democracia libre les corresponde a los ciudadanos y no al gobierno decidir lo que quieren leer y creer. Si cuatro imbéciles racistas, pese a las toneladas de pruebas y testimonios, se dedican a negar la existencia del Holocausto o de la esclavitud de los negros, hay que confiar en el sentido común de la sociedad y no en el de los censores oficiales, gente que acaba por ser muy dañina.
Por otra parte, vivir en libertad exige aprender a tolerar la existencia de creencias y actitudes repugnantes. Las dictaduras comunistas, por ejemplo, le costaron a la humanidad cien millones de muertos a lo largo del siglo XX, pero en todas las sociedades libres hay tipos que todavÃa veneran a Lenin, Stalin, Mao o Fidel Castro, y no queda más remedio que coincidir con ellos pacÃficamente en el ascensor o en la cafeterÃa.
Pero tal vez existe un argumento táctico para oponerse a las leyes contra la negación del Holocausto. Cada vez que uno de estos racistas abre la boca para mentir y difundir falsedades crea una oportunidad perfecta para recordarle al mundo que el antisemitismo está vivo y coleando y que no desapareció en la CancillerÃa junto a los huesos quemados de Hitler. Todos los sÃntomas señalan que hay un peligroso repunte del odio a Israel y a los judÃos en diversas partes del mundo. Todo lo que se haga por denunciarlo y detenerlo es una forma de preservar la paz en el mundo.
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Fuente Original: El Instituto Independiente
<a href="http://independent.typepad.com/elindependent/2007/05/otra_vez_el_hol.html">http://independent.typepad.com/elindependent/2007/05/otra_vez_el_hol.html</a>
1 de mayo de 2007
Cuando Seung-Hui Cho fue a entrar pistola en mano en la clase de aeronáutica para asesinar a sus condiscÃpulos en Virginia Tech, el profesor Liviu Librescu, un anciano de 76 años, menudo de cuerpo pero dotado de un carácter firme, se lo impidió durante unos minutos mientras sus estudiantes huÃan por las ventanas. Finalmente, el joven asesino hirió de muerte a Librescu y siguió su recorrido en busca de nuevas vÃctimas. Librescu era el scholar con más publicaciones de toda la universidad. Un verdadero sabio en su campo de investigaciones.
Esto sucedió el 16 de abril, precisamente en Yom Hashosha, el dÃa en que se conmemora el Holocausto que arrasó sin piedad con seis millones de judÃos europeos entre 1935, cuando Hitler promulgó ''las leyes de Nuremberg'', con las que despojó de derechos a las personas de esta etnia o religión, hasta 1945, cuando los aliados entraron en los campos de exterminio y, horrorizados, encontraron a un puñado de despojos humanos que habÃan logrado sobrevivir milagrosamente.
Uno de esos sobrevivientes del Holocausto habÃa sido Librescu, entonces un adolescente en su RumanÃa natal, a quien el destino todavÃa le depararÃa otra experiencia monstruosa: el establecimiento de la dictadura comunista en RumanÃa, también teñida por el antisemitismo, la irracionalidad y la barbarie. A fines de los setenta, afortunadamente, por una gestión de Menajem Begin, consiguió emigrar a Israel y, unos años más tarde, desembarcó en Estados Unidos donde acaba de morir heroica e inesperadamente a manos de un muchacho enloquecido.
Traigo a cuento la historia triste y gloriosa de Librescu porque llega en medio de un debate mundial: ¿qué hacer con los canallas que niegan la existencia del Holocausto? En Canadá y en algunos paÃses de Europa los parlamentos han aprobado leyes por las que sancionan a quienes niegan el exterminio masivo de judÃos, alegando que esa falsedad estimula el odio racial, mientras en Estados Unidos la Primera Enmienda les permite difundir sus envenenadas informaciones porque el Estado no puede legislar en materia de libertad de prensa.
Creo que hay dos buenos argumentos para asumir la posición norteamericana. El primero, es que en una democracia libre les corresponde a los ciudadanos y no al gobierno decidir lo que quieren leer y creer. Si cuatro imbéciles racistas, pese a las toneladas de pruebas y testimonios, se dedican a negar la existencia del Holocausto o de la esclavitud de los negros, hay que confiar en el sentido común de la sociedad y no en el de los censores oficiales, gente que acaba por ser muy dañina.
Por otra parte, vivir en libertad exige aprender a tolerar la existencia de creencias y actitudes repugnantes. Las dictaduras comunistas, por ejemplo, le costaron a la humanidad cien millones de muertos a lo largo del siglo XX, pero en todas las sociedades libres hay tipos que todavÃa veneran a Lenin, Stalin, Mao o Fidel Castro, y no queda más remedio que coincidir con ellos pacÃficamente en el ascensor o en la cafeterÃa.
Pero tal vez existe un argumento táctico para oponerse a las leyes contra la negación del Holocausto. Cada vez que uno de estos racistas abre la boca para mentir y difundir falsedades crea una oportunidad perfecta para recordarle al mundo que el antisemitismo está vivo y coleando y que no desapareció en la CancillerÃa junto a los huesos quemados de Hitler. Todos los sÃntomas señalan que hay un peligroso repunte del odio a Israel y a los judÃos en diversas partes del mundo. Todo lo que se haga por denunciarlo y detenerlo es una forma de preservar la paz en el mundo.
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Fuente Original: El Instituto Independiente
<a href="http://independent.typepad.com/elindependent/2007/05/otra_vez_el_hol.html">http://independent.typepad.com/elindependent/2007/05/otra_vez_el_hol.html</a>
Creator
Carlos Alberto Montaner
Date
2007-08-01
Contributor
Elva Orozco
Rights
Gabriel Gasave
Reasearch Analyst
Center On Global Prosperity
The Independent Institute
ggasave@independent.org
August 01, 2007
Reasearch Analyst
Center On Global Prosperity
The Independent Institute
ggasave@independent.org
August 01, 2007
Language
spa
Citation
Carlos Alberto Montaner, “Otra vez el holocausto,” The April 16 Archive, accessed November 21, 2024, https://april16archive.org/items/show/888.