Entre Moynihan y Librescu
Title
Entre Moynihan y Librescu
Description
Creado por Gustavo D. Perednik
El catoblepas - numero 64 - Junio 2007 - pagina 5
Sobre los defensores selectivos de derechos humanos, que son permisivos sólo con dictaduras.
Borges advertÃa de no convertir la ética en una rama de la estadÃstica, vicio que podrÃa empujar a erróneas conclusiones, por ejemplo que la Segunda Guerra Mundial estalló por una agresión anglonorteamericana contra la inocente Alemania. Ello se deducirÃa de descontextualizar algunas cifras: durante la contienda fueron muertos cerca de diez mil civiles estadounidenses y unos cien mil británicos, cifras que contrastadas con los casi dos millones de civiles alemanes caÃdos podrÃa hacer sospechar que el Tercer Reich fue veinte veces más vÃctima que sus enemigos.
Acaso asà lo habrÃa planteado <i>AmnistÃa Internacional</i>, cuyo reciente informe acerca del año 2006 condena a Israel por «crÃmenes de guerra» durante la Segunda Guerra en el LÃbano (12 de julio/14 de agosto de 2006.
A.I. se basa en una asimetrÃa insustancial: que han muerto miles de civiles libaneses y «apenas» centenares de hebreos. No repara en la causa de la asimetrÃa: mientras el ejército israelà protege a sus civiles, los grupos terroristas como Hezbolá usan cÃnicamente a sus propios niños como parapetos para lanzar la agresión.
Por medio de disparar sus misiles desde aldeas indefensas, los islamistas especulaban con que, cuando llegara la represalia israelÃ, sus mecenas mediáticos se apresurarÃan en exhibir a los judÃos como agresores. Su cálculo mostró estar bien fundado y por ello fueron favorecidos por las agencias de noticias.
Consistentemente antiisraelÃes, los informes de A.I. revelan una conspicua tendenciosidad. Mucho más que Norcorea o Arabia SaudÃ, el paÃs judÃo es permanente blanco de sus monitoreos. El <i>Centro de Asuntos Públicos de Jerusalém</i> publicó en 2004 un estudio que compara los informes de A.I. contra Israel con aquellos emitidos acerca de Sudán (éste es un excelente ejemplo después de que dos décadas de violencia étnica y religiosa resultaran en dos millones de muertos y cuatro millones de refugiados). Durante 2001 A.I. produjo siete informes sobre Sudán y 39 sobre Israel.
Del estudio se desprenden dos datos elocuentes:
1) A.I. ignoró la destrucción de decenas de aldeas sudanesas, pero condenó una y otra vez la destrucción de cada casa palestina, aun cuando éstas sirvieran de refugio para terroristas;
2) A.I. soslayó miles de asesinatos de civiles sudaneses, pero criticó acremente cada muerte de terroristas activos a manos del ejército israelÃ.
Pese a las crÃticas a su parcialidad, A.I. no modificó su rumbo y hasta 2003 produjo 52 informes sobre Sudán y 192 sobre Israel.
Este año, para envolver su antisionismo en un manto de pretendida ecuanimidad, el informe de A.I. también critica al Hezbolá. La equiparación es de por sà agraviante, ya que pone en un mismo plano una sociedad pujante y democrática de casi siete millones de habitantes, con una banda terrorista teocrática de algunos miles que difunde en el sur libanés el odio de los ayatolás.
A.I. pone en un mismo plano a un paÃs que actúa bajo la ley para aplicar su inalienable derecho de autodefensa, con una caterva que esgrime el Corán para bombardear las ciudades de la Galilea con el objeto explÃcito de destruir nuestro paÃs.
Israel no tiene ningún reclamo frente al LÃbano, y está dispuesto a firmar con esta nación un tratado de paz sin condiciones, tal como lo hiciera en el pasado (17 de mayo de 1983) hasta que el régimen fascista sirio obligó a que el tratado fuera unilateralmente anulado (los medios jamás volvieron a mencionar este tema para que nadie dedujera que Israel quiere paz).
Sin duda los civiles libaneses sufrieron descomunalmente durante la guerra. Sin embargo, aunque no llame la atención de la prensa ni de AI, los civiles israelÃes también sufren: cientos de miles de hebreos fueron repetidamente evacuados de sus hogares y albergados en refugios, tal como le está ocurriendo en estos dÃas a la población de la ciudad de Sederot debido a la agresión de misiles del Hamás, ante la indiferencia de A.I. y del mundo.
<b>SÃndrome confirmado</b>
Presidida hoy por una mujer musulmana, A.I. fue fundada en julio de 1961 por un abogado de origen judÃo que se habÃa convertido al catolicismo pocos años antes. Se trata de un grupo de presión que promueve derechos humanos, aunque sólo en ciertos paÃses.
Su rama española presentó en mayo de 2004 en Barcelona un informe del conflicto de Oriente Medio en el que se alinea abiertamente con una de las partes y reclama que el gobierno español se oponga aun más de Israel. Su director, Esteban Beltrán, hace caso omiso al volcán del terrorismo islamista, y fiel al bizantinismo suicida de la extrema izquierda, exhorta a los españoles a distanciarse de Israel.
Ese año un profesor de filosofÃa de la Universidad de Carolina del Norte, Don Habibi, condenó a A.I. en estos términos:
Su obsesión serÃa sensata si Israel fuera el peor violador de derechos humanos en el mundo. Pero cualquier criterio objetivo mostrarÃa que ello no es cierto. Incluso si salteáramos causa y efecto, y la necesidad de Israel de enfrentar una guerra existencial, nunca podrÃa compararse su contienda con las de Sudán, Argelia o Congo. Como la de la ONU, la posición de la A.I. se relaciona más con la polÃtica que con los derechos humanos.
El sociólogo Daniel Patrick Moynihan, quien activó con los Kennedy en el Partido Demócrata norteamericano y fue embajador de su paÃs en la ONU a mediados de la década del setenta, acuñó un principio que lleva su nombre y reza más o menos asÃ: «La cantidad de violaciones de derechos humanos en un paÃs es inversamente proporcional a la cantidad de quejas sobre derechos humanos que se oyen en ese paÃs». <b>Cuantas más protestas hay en algún lugar, más protegidos parecen estar allà los derechos humanos.</b>
Aunque no se deduce de las ciencias exactas, la ocurrente definición refleja un aspecto olvidado de la realidad: como los Estados que más violan los derechos humanos también ahogan la libertad de expresión, las quejas provendrán habitualmente desde las zonas en donde es posible protestar.
Un estudio de este año mostró que A.I. dedicó 48 documentos a Israel, 37 a Sudán, 17 a Hezbolá, 10 a la Autoridad Palestina y 2 a Arabia SaudÃ.
La crÃtica ante datos tan contundentes generó una ilustrativa respuesta de parte del representante de A.I. en Israel, Amnon Vidan. Por un lado, éste admitió que a la organización le cuesta mucho contar con precisión los civiles libaneses muertos, debido a que los terroristas de Hezbolá en general no están uniformados y por ese detalle se los incluye en la categorÃa de «civiles». Pero por otro lado Vidan reiteró un principio moralmente pérfido: que A.I. espera de Israel un compartimiento mejor que el de sus enemigos precisamente por ser una democracia. Asà se ratifica el sÃndrome Moynihan.
Al momento de juzgar, A.I. será más estricta con los defensores de los derechos humanos que con quieres los infringen.
Hay precedentes. Cuando se publicaron las caricaturas que mucho enojaron al mundo musulmán (30 de septiembre de 2005) A.I. aseveró que «el derecho a la libre opinión y expresión no es absoluto... conlleva responsabilidades y puede ser objeto de restricciones a fin de salvaguardar los derechos de otros...» En contraste, A.I. nunca ha salido en defensa del «otro» cuando éste es el judÃo, objeto en los paÃses árabes de frecuentes campañas deshumanizadoras.
A.I. reprende a Occidente cuando se defiende y cuando expresa libremente opiniones polémicas, pero perdona a sus enemigos cuando atacan y cuando difaman. Como no se trata de regÃmenes democráticos, pareciera que hay que ser más condescendiente con ellos.
Junto a Moynihan cabe recordar a otro prohombre que bien simboliza la guerra que nos ha impuesto el islamismo. Cuando se produjo la masacre de 32 personas en la Universidad de Virginia (16 de abril de 2007) se destacó el heroÃsmo de un matemático israelÃ, Livio Librescu, sobreviviente del Holocausto y profesor de aerodinámica. A los 76 años de edad, Librescu usó su propio cuerpo como barricada para trabar la puerta del aula donde dictaba clase, y asà impidió que el asesino Cho Seung-Hui ingresara a la sala de conferencias. Salvó de este modo la vida de sus estudiantes, que escaparon por las ventanas hasta que Librescu fue ultimado a balazos.
Israel es Librescu: para sostener el portal de Occidente y sus libertades amenazadas, el paÃs resiste solo la agresión de grupos como Hamás y Hezbolá. En lugar de gratitud, en general cosecha en los medios occidentales la acre incomprensión de aquellos a quienes está defendiendo. Parece que tienden a identificarse con los enemigos de Israel porque éstos no son democráticos, ergo hay que disculparlos.
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Fuente Original: EL CATOBLEPAS - Jerusalén
<a href="http://www.nodulo.org/ec/2007/n064p05.htm">http://www.nodulo.org/ec/2007/n064p05.htm</a>
El catoblepas - numero 64 - Junio 2007 - pagina 5
Sobre los defensores selectivos de derechos humanos, que son permisivos sólo con dictaduras.
Borges advertÃa de no convertir la ética en una rama de la estadÃstica, vicio que podrÃa empujar a erróneas conclusiones, por ejemplo que la Segunda Guerra Mundial estalló por una agresión anglonorteamericana contra la inocente Alemania. Ello se deducirÃa de descontextualizar algunas cifras: durante la contienda fueron muertos cerca de diez mil civiles estadounidenses y unos cien mil británicos, cifras que contrastadas con los casi dos millones de civiles alemanes caÃdos podrÃa hacer sospechar que el Tercer Reich fue veinte veces más vÃctima que sus enemigos.
Acaso asà lo habrÃa planteado <i>AmnistÃa Internacional</i>, cuyo reciente informe acerca del año 2006 condena a Israel por «crÃmenes de guerra» durante la Segunda Guerra en el LÃbano (12 de julio/14 de agosto de 2006.
A.I. se basa en una asimetrÃa insustancial: que han muerto miles de civiles libaneses y «apenas» centenares de hebreos. No repara en la causa de la asimetrÃa: mientras el ejército israelà protege a sus civiles, los grupos terroristas como Hezbolá usan cÃnicamente a sus propios niños como parapetos para lanzar la agresión.
Por medio de disparar sus misiles desde aldeas indefensas, los islamistas especulaban con que, cuando llegara la represalia israelÃ, sus mecenas mediáticos se apresurarÃan en exhibir a los judÃos como agresores. Su cálculo mostró estar bien fundado y por ello fueron favorecidos por las agencias de noticias.
Consistentemente antiisraelÃes, los informes de A.I. revelan una conspicua tendenciosidad. Mucho más que Norcorea o Arabia SaudÃ, el paÃs judÃo es permanente blanco de sus monitoreos. El <i>Centro de Asuntos Públicos de Jerusalém</i> publicó en 2004 un estudio que compara los informes de A.I. contra Israel con aquellos emitidos acerca de Sudán (éste es un excelente ejemplo después de que dos décadas de violencia étnica y religiosa resultaran en dos millones de muertos y cuatro millones de refugiados). Durante 2001 A.I. produjo siete informes sobre Sudán y 39 sobre Israel.
Del estudio se desprenden dos datos elocuentes:
1) A.I. ignoró la destrucción de decenas de aldeas sudanesas, pero condenó una y otra vez la destrucción de cada casa palestina, aun cuando éstas sirvieran de refugio para terroristas;
2) A.I. soslayó miles de asesinatos de civiles sudaneses, pero criticó acremente cada muerte de terroristas activos a manos del ejército israelÃ.
Pese a las crÃticas a su parcialidad, A.I. no modificó su rumbo y hasta 2003 produjo 52 informes sobre Sudán y 192 sobre Israel.
Este año, para envolver su antisionismo en un manto de pretendida ecuanimidad, el informe de A.I. también critica al Hezbolá. La equiparación es de por sà agraviante, ya que pone en un mismo plano una sociedad pujante y democrática de casi siete millones de habitantes, con una banda terrorista teocrática de algunos miles que difunde en el sur libanés el odio de los ayatolás.
A.I. pone en un mismo plano a un paÃs que actúa bajo la ley para aplicar su inalienable derecho de autodefensa, con una caterva que esgrime el Corán para bombardear las ciudades de la Galilea con el objeto explÃcito de destruir nuestro paÃs.
Israel no tiene ningún reclamo frente al LÃbano, y está dispuesto a firmar con esta nación un tratado de paz sin condiciones, tal como lo hiciera en el pasado (17 de mayo de 1983) hasta que el régimen fascista sirio obligó a que el tratado fuera unilateralmente anulado (los medios jamás volvieron a mencionar este tema para que nadie dedujera que Israel quiere paz).
Sin duda los civiles libaneses sufrieron descomunalmente durante la guerra. Sin embargo, aunque no llame la atención de la prensa ni de AI, los civiles israelÃes también sufren: cientos de miles de hebreos fueron repetidamente evacuados de sus hogares y albergados en refugios, tal como le está ocurriendo en estos dÃas a la población de la ciudad de Sederot debido a la agresión de misiles del Hamás, ante la indiferencia de A.I. y del mundo.
<b>SÃndrome confirmado</b>
Presidida hoy por una mujer musulmana, A.I. fue fundada en julio de 1961 por un abogado de origen judÃo que se habÃa convertido al catolicismo pocos años antes. Se trata de un grupo de presión que promueve derechos humanos, aunque sólo en ciertos paÃses.
Su rama española presentó en mayo de 2004 en Barcelona un informe del conflicto de Oriente Medio en el que se alinea abiertamente con una de las partes y reclama que el gobierno español se oponga aun más de Israel. Su director, Esteban Beltrán, hace caso omiso al volcán del terrorismo islamista, y fiel al bizantinismo suicida de la extrema izquierda, exhorta a los españoles a distanciarse de Israel.
Ese año un profesor de filosofÃa de la Universidad de Carolina del Norte, Don Habibi, condenó a A.I. en estos términos:
Su obsesión serÃa sensata si Israel fuera el peor violador de derechos humanos en el mundo. Pero cualquier criterio objetivo mostrarÃa que ello no es cierto. Incluso si salteáramos causa y efecto, y la necesidad de Israel de enfrentar una guerra existencial, nunca podrÃa compararse su contienda con las de Sudán, Argelia o Congo. Como la de la ONU, la posición de la A.I. se relaciona más con la polÃtica que con los derechos humanos.
El sociólogo Daniel Patrick Moynihan, quien activó con los Kennedy en el Partido Demócrata norteamericano y fue embajador de su paÃs en la ONU a mediados de la década del setenta, acuñó un principio que lleva su nombre y reza más o menos asÃ: «La cantidad de violaciones de derechos humanos en un paÃs es inversamente proporcional a la cantidad de quejas sobre derechos humanos que se oyen en ese paÃs». <b>Cuantas más protestas hay en algún lugar, más protegidos parecen estar allà los derechos humanos.</b>
Aunque no se deduce de las ciencias exactas, la ocurrente definición refleja un aspecto olvidado de la realidad: como los Estados que más violan los derechos humanos también ahogan la libertad de expresión, las quejas provendrán habitualmente desde las zonas en donde es posible protestar.
Un estudio de este año mostró que A.I. dedicó 48 documentos a Israel, 37 a Sudán, 17 a Hezbolá, 10 a la Autoridad Palestina y 2 a Arabia SaudÃ.
La crÃtica ante datos tan contundentes generó una ilustrativa respuesta de parte del representante de A.I. en Israel, Amnon Vidan. Por un lado, éste admitió que a la organización le cuesta mucho contar con precisión los civiles libaneses muertos, debido a que los terroristas de Hezbolá en general no están uniformados y por ese detalle se los incluye en la categorÃa de «civiles». Pero por otro lado Vidan reiteró un principio moralmente pérfido: que A.I. espera de Israel un compartimiento mejor que el de sus enemigos precisamente por ser una democracia. Asà se ratifica el sÃndrome Moynihan.
Al momento de juzgar, A.I. será más estricta con los defensores de los derechos humanos que con quieres los infringen.
Hay precedentes. Cuando se publicaron las caricaturas que mucho enojaron al mundo musulmán (30 de septiembre de 2005) A.I. aseveró que «el derecho a la libre opinión y expresión no es absoluto... conlleva responsabilidades y puede ser objeto de restricciones a fin de salvaguardar los derechos de otros...» En contraste, A.I. nunca ha salido en defensa del «otro» cuando éste es el judÃo, objeto en los paÃses árabes de frecuentes campañas deshumanizadoras.
A.I. reprende a Occidente cuando se defiende y cuando expresa libremente opiniones polémicas, pero perdona a sus enemigos cuando atacan y cuando difaman. Como no se trata de regÃmenes democráticos, pareciera que hay que ser más condescendiente con ellos.
Junto a Moynihan cabe recordar a otro prohombre que bien simboliza la guerra que nos ha impuesto el islamismo. Cuando se produjo la masacre de 32 personas en la Universidad de Virginia (16 de abril de 2007) se destacó el heroÃsmo de un matemático israelÃ, Livio Librescu, sobreviviente del Holocausto y profesor de aerodinámica. A los 76 años de edad, Librescu usó su propio cuerpo como barricada para trabar la puerta del aula donde dictaba clase, y asà impidió que el asesino Cho Seung-Hui ingresara a la sala de conferencias. Salvó de este modo la vida de sus estudiantes, que escaparon por las ventanas hasta que Librescu fue ultimado a balazos.
Israel es Librescu: para sostener el portal de Occidente y sus libertades amenazadas, el paÃs resiste solo la agresión de grupos como Hamás y Hezbolá. En lugar de gratitud, en general cosecha en los medios occidentales la acre incomprensión de aquellos a quienes está defendiendo. Parece que tienden a identificarse con los enemigos de Israel porque éstos no son democráticos, ergo hay que disculparlos.
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Fuente Original: EL CATOBLEPAS - Jerusalén
<a href="http://www.nodulo.org/ec/2007/n064p05.htm">http://www.nodulo.org/ec/2007/n064p05.htm</a>
Creator
Gustavo D. Perednik
Date
2007-08-01
Contributor
Elva Orozco
Rights
Gustavo D. Perednik
perednik@netvision.net.il
August 1, 2007
perednik@netvision.net.il
August 1, 2007
Language
spa
Citation
Gustavo D. Perednik, “Entre Moynihan y Librescu,” The April 16 Archive, accessed November 21, 2024, https://april16archive.org/items/show/887.