Virginia Tech: un análisis ideoléxico de una tragedia
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Virginia Tech: un análisis ideoléxico de una tragedia
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Publicado por Jorge Majfud
viernes, abril 20, 2007
La mayorÃa de las medicinas que se venden en forma de pÃldoras, recubren una determinada droga, quÃmico o compuesto con una capa de color atractivo y gusto dulce. En español, la sabidurÃa popular usa esta particularidad para construir una metáfora: "tragarse la pÃldora" tiene una connotación negativa y expresa la acción de consumir una cosa con la forma o el gusto de otra. Es decir, creer o aceptar una verdad como hecho incuestionable sin ser conscientes de las verdaderas implicaciones. En la tradición literaria, este fenómeno epistemológico se entendÃa con la metáfora del caballo de Troya, también usado hoy en dÃa para designar virus informáticos. Un ideoléxico puede entenderse como una pastilla que el discurso hegemónico prescribe e impone con seductora violencia. Por ejemplo, el ideoléxico libertad viene recubierto de una plétora de lugares comunes y dulcemente positivos (la libertad, como precepto universal lo es). Sin embargo, dentro de este recubrimiento dulce y brillante se esconden las verdaderas razones de las acciones: la dominación, la opresión, la violencia de los intereses sectarios, etc. El recubrimiento dulce y brillante anula la percepción se sus opuestos: el contenido amargo y opaco.
La tarea del crÃtico consiste en romper la envoltura, en des-cubrir, en des-velar el contenido de la pÃldora, del ideoléxico. Claro que esta tarea tiene resultados amargos, como el centro de la pÃldora. Los adictos a una droga no renunciarán a ella sólo porque alguien descubra las graves implicaciones de su confort momentáneo. De hecho, se resistirán a esta operación de exposición.
Analicemos un ideoléxico común en el discurso dominante del capitalismo tardÃo: la responsabilidad personal. De entrada vemos que su cobertura es del todo dulce y brillante. ¿Quién serÃa capaz de discutir el valor de la responsabilidad de cada individuo? Un posible cuestionamiento serÃa rápidamente anulado por una falsa alternativa: la irresponsabilidad. Pero podemos comenzar problematizando el nuevo falso dilema observando que el mismo adjetivo —personal— de este ideoléxico compuesto anula o anestesia otro menos común y más difÃcil de apreciar por los sentidos: no se menciona la posibilidad de la existencia de una "responsabilidad social". Tampoco se habla o se acepta —en base a una larga tradición religiosa— que puedan existir "pecados sociales".
Vayamos más al centro de un caso concreto: la trágica matanza ocurrida en la Universidad de Virginia Tech. Quienes pusieron el dedo acusador —tÃmidamente, como siempre— en la cultura de las armas en Estados Unidos, fueron criticados en nombre del ideoléxico de la responsabilidad personal. "No son las armas las que matan gentes —comentó un amigo del rifle en un diario— sino la gente misma. El problema está en los individuos, no en las armas". La pÃldora muestra un alto grado de obviedad, pero lleva nuevamente otros problemas: nadie cuestionó cómo podrÃa hacer un desquiciado para matar a treinta personas con una piedra, con un palo o, incluso, con un cuchillo.
Esta lógica se expresa cubriendo una contradicción interna del discurso. Cuando se habla de drogas, se culpa a los productores, no a los consumidores. Pero cuando se habla de armas, se culpa del mal a los consumidores, no a los productores. La razón estriba, entiendo, en el lugar que ocupa el poder. En el caso de las drogas, los productores son los otros, no nosotros; en el caso de las armas, los consumidores son los otros; nosotros nos limitamos a su producción. El discurso hegemónico nunca menciona que si no existiese el consumo de drogas en los paÃses ricos no existirÃa la producción que satisface la demanda; si no existiera esta calamidad en la ilegalidad tampoco existirÃan las mafias de narcotraficantes. O su existencia serÃa raquÃtica, en comparación a lo que es hoy. Pero como los otros (los productores de los paÃses pobres) son los responsables individuales, nosotros (los productores de armas, los responsables administradores de la ley) estamos legitimados para producir más armas que los otros deberán consumir, para respaldar la ley —y para quebrantarla.
Si alguien, como el asesino de Virginia Tech compra un par de armas con más facilidad y cien veces más rápido con que uno puede comprar un auto, y comete una masacre, toda la responsabilidad radica en el desquiciado. Entonces, se llega a una trágica paradoja: una sociedad armada hasta los dientes está a la merced de los desquiciados que no saben ejercer correctamente su responsabilidad personal. Para corregir este problema, no se recurre a la responsabilidad social, combatiendo las armas y el sistema económico y moral que lo sustenta, sino vendiendo más armas a los individuos responsables, para que cada uno pueda ejercer con más fuerza su propia "responsabilidad personal". Hasta que vuelve a aparecer alguien excepcionalmente enfermo —en una sociedad de santos los demonios son excepciones muy frecuentes— y comete otra masacre, esta vez más grande, ya que el poder de destrucción de las armas siempre se perfecciona, gracias a la alta tecnologÃa y a la moral de los individuos responsables.
- Jorge Majfud, escritor uruguayo, es profesor de Literatura Latinoamericana en The University of Georgia, Estados Unidos
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Fuente Original: Blog Vamos a Cambiar el Mundo Sin Tomar el Poder
<a href="http://jbcs.blogspot.com/2007/04/virginia-tech-un-anlisis-ideolxico-de.html">http://jbcs.blogspot.com/2007/04/virginia-tech-un-anlisis-ideolxico-de.html</a>
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<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.5/es/"> Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 2.5 España.
viernes, abril 20, 2007
La mayorÃa de las medicinas que se venden en forma de pÃldoras, recubren una determinada droga, quÃmico o compuesto con una capa de color atractivo y gusto dulce. En español, la sabidurÃa popular usa esta particularidad para construir una metáfora: "tragarse la pÃldora" tiene una connotación negativa y expresa la acción de consumir una cosa con la forma o el gusto de otra. Es decir, creer o aceptar una verdad como hecho incuestionable sin ser conscientes de las verdaderas implicaciones. En la tradición literaria, este fenómeno epistemológico se entendÃa con la metáfora del caballo de Troya, también usado hoy en dÃa para designar virus informáticos. Un ideoléxico puede entenderse como una pastilla que el discurso hegemónico prescribe e impone con seductora violencia. Por ejemplo, el ideoléxico libertad viene recubierto de una plétora de lugares comunes y dulcemente positivos (la libertad, como precepto universal lo es). Sin embargo, dentro de este recubrimiento dulce y brillante se esconden las verdaderas razones de las acciones: la dominación, la opresión, la violencia de los intereses sectarios, etc. El recubrimiento dulce y brillante anula la percepción se sus opuestos: el contenido amargo y opaco.
La tarea del crÃtico consiste en romper la envoltura, en des-cubrir, en des-velar el contenido de la pÃldora, del ideoléxico. Claro que esta tarea tiene resultados amargos, como el centro de la pÃldora. Los adictos a una droga no renunciarán a ella sólo porque alguien descubra las graves implicaciones de su confort momentáneo. De hecho, se resistirán a esta operación de exposición.
Analicemos un ideoléxico común en el discurso dominante del capitalismo tardÃo: la responsabilidad personal. De entrada vemos que su cobertura es del todo dulce y brillante. ¿Quién serÃa capaz de discutir el valor de la responsabilidad de cada individuo? Un posible cuestionamiento serÃa rápidamente anulado por una falsa alternativa: la irresponsabilidad. Pero podemos comenzar problematizando el nuevo falso dilema observando que el mismo adjetivo —personal— de este ideoléxico compuesto anula o anestesia otro menos común y más difÃcil de apreciar por los sentidos: no se menciona la posibilidad de la existencia de una "responsabilidad social". Tampoco se habla o se acepta —en base a una larga tradición religiosa— que puedan existir "pecados sociales".
Vayamos más al centro de un caso concreto: la trágica matanza ocurrida en la Universidad de Virginia Tech. Quienes pusieron el dedo acusador —tÃmidamente, como siempre— en la cultura de las armas en Estados Unidos, fueron criticados en nombre del ideoléxico de la responsabilidad personal. "No son las armas las que matan gentes —comentó un amigo del rifle en un diario— sino la gente misma. El problema está en los individuos, no en las armas". La pÃldora muestra un alto grado de obviedad, pero lleva nuevamente otros problemas: nadie cuestionó cómo podrÃa hacer un desquiciado para matar a treinta personas con una piedra, con un palo o, incluso, con un cuchillo.
Esta lógica se expresa cubriendo una contradicción interna del discurso. Cuando se habla de drogas, se culpa a los productores, no a los consumidores. Pero cuando se habla de armas, se culpa del mal a los consumidores, no a los productores. La razón estriba, entiendo, en el lugar que ocupa el poder. En el caso de las drogas, los productores son los otros, no nosotros; en el caso de las armas, los consumidores son los otros; nosotros nos limitamos a su producción. El discurso hegemónico nunca menciona que si no existiese el consumo de drogas en los paÃses ricos no existirÃa la producción que satisface la demanda; si no existiera esta calamidad en la ilegalidad tampoco existirÃan las mafias de narcotraficantes. O su existencia serÃa raquÃtica, en comparación a lo que es hoy. Pero como los otros (los productores de los paÃses pobres) son los responsables individuales, nosotros (los productores de armas, los responsables administradores de la ley) estamos legitimados para producir más armas que los otros deberán consumir, para respaldar la ley —y para quebrantarla.
Si alguien, como el asesino de Virginia Tech compra un par de armas con más facilidad y cien veces más rápido con que uno puede comprar un auto, y comete una masacre, toda la responsabilidad radica en el desquiciado. Entonces, se llega a una trágica paradoja: una sociedad armada hasta los dientes está a la merced de los desquiciados que no saben ejercer correctamente su responsabilidad personal. Para corregir este problema, no se recurre a la responsabilidad social, combatiendo las armas y el sistema económico y moral que lo sustenta, sino vendiendo más armas a los individuos responsables, para que cada uno pueda ejercer con más fuerza su propia "responsabilidad personal". Hasta que vuelve a aparecer alguien excepcionalmente enfermo —en una sociedad de santos los demonios son excepciones muy frecuentes— y comete otra masacre, esta vez más grande, ya que el poder de destrucción de las armas siempre se perfecciona, gracias a la alta tecnologÃa y a la moral de los individuos responsables.
- Jorge Majfud, escritor uruguayo, es profesor de Literatura Latinoamericana en The University of Georgia, Estados Unidos
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Fuente Original: Blog Vamos a Cambiar el Mundo Sin Tomar el Poder
<a href="http://jbcs.blogspot.com/2007/04/virginia-tech-un-anlisis-ideolxico-de.html">http://jbcs.blogspot.com/2007/04/virginia-tech-un-anlisis-ideolxico-de.html</a>
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Creator
Jorge Majfud
Date
2007-08-06
Contributor
Elva Orozco
Rights
Creative Commons
Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 2.5 España
Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 2.5 España
Language
spa
Citation
Jorge Majfud, “Virginia Tech: un análisis ideoléxico de una tragedia,” The April 16 Archive, accessed November 2, 2024, https://april16archive.org/index.php/items/show/912.