VirginiaTech: 32 muertos, 4.3 millones de cómplices y 6.000 millones de vÃctimas
Title
VirginiaTech: 32 muertos, 4.3 millones de cómplices y 6.000 millones de vÃctimas
Description
Creado por Santiago Bustelo
April 17th, 2007
La masacre estudiantil en Virginia Tech ocurrida ayer (lunes 16 de abril de 2007) ha vuelto a instalar la discusión de algunos de los valores de la sociedad norteamericana y del resto del mundo... de una manera tan estéril como en ocasiones anteriores.
<b>Los cómplices, <i>o el lado correcto de la mira</b></i>
En el tema de la regulación de armas, las opiniones en Norteamérica son opuestas. Básicamente, porque dependen de qué lado de la mira esté -o crea estar- quien opina.
La Asociación del Rifle Americano (NRA) cuenta con 4.3 millones de miembros, lo que la convierte en la ONG más grande del mundo. En esta ocasión, al igual que en todos los casos anteriores, sus miembros y autoridades están preparados a expresar sus condolencias... y a dejar claro que no creen que la facilidad con la que se pueden conseguir en EE.UU. armas <i>diseñadas para matar a una gran cantidad de gente en poco tiempo y con un mÃnimo esfuerzo</i>, tenga algo que ver con que alguien haya decidido -nuevamente- ponerlo en práctica.
Claro que no sólo en EE.UU. ocurren masacres de este tipo. En el resto del mundo, cada tanto algún Don Nadie se siente inspirado por quienes pasaron a la historia atentando gratuitamente contra la vida de los demás. Que las armas no estén al alcance de cualquiera, impide a la mayorÃa pasar a la acción. En el caso de la masacre estudiantil de Carmen de Patagones, Argentina, el perpetrador era el hijo de un policÃa: le bastó con abrir un cajón para pasar a los hechos.
Los miembros de la NRA creen que portar armas garantiza su seguridad personal. O sea, que tener un arma les asegura mágicamente estar del lado correcto de la mira, y que otros no los consideren como un blanco posible. Mientras que la realidad es que en el momento en que alguien nos está apuntando, tener un arma (descargada y prolijamente guardada en un lugar seguro para evitar que nuestros hijos se vuelen la cabeza por accidente), difÃcilmente haga una diferencia. SerÃa preferible que otro no nos esté apuntando en primer lugar.
En la mentalidad de la NRA, la portación de armas es más que un derecho. Tratándose de la "segunda enmienda", se lo compara en importancia a la primera (la que garantiza la libertad de expresión). Veamos qué dice la famosa Segunda Enmienda:
A well regulated militia being necessary to the security of a free State, the right of the People to keep and bear arms shall not be infringed.
En castellano: <i>Siendo necesaria una milicia bien regulada para la seguridad de un Estado Libre, no debe ser vulnerado el derecho del Pueblo de poseer y portar armas</i>. Esto es, el derecho a portar armas tiene para la Segunda Enmienda el <i>propósito</i> de garantizar la seguridad <i>nacional</i>. La seguridad personal no está contemplada como finalidad.
Sin embargo, teniendo el ejército más poderoso del planeta, la posibilidad de que EE.UU. sea vÃctima de una invasión extranjera es prácticamente nula. Más bien, su ejército tiene la costumbre de invadir "preventivamente" todos los paÃses que puedan suponer una amenaza polÃtica o económica.
El mantenimiento de la <i>Pax Americana</i> debe poco a los más de cuatro millones de miembros de la NRA, a quienes no vemos formando filas quilométricas para partir a Medio Oriente. En lugar de ello, el grueso de las tropas se compone de clases bajas e hijos de inmigrantes. Para ellos, alistarse y arriesgar la vida, es la única manera de obtener una educación y una posición social.
<b>Las vÃctimas, o la cabeza de turco del loco del gatillo</b>
¿Por qué alguien puede alimentar deseos de matar a diestra y siniestra y, peor aún, llegar a hacerlo? Calificar a los perpetradores de estos actos como locos y desquiciados, es la mejor manera de no responder a esa pregunta. Están locos, punto, fin de la discusión.
Una veta de "respuestas" aún "mejores" que enuncian algunos norteamericanos, busca culpar al ateÃsmo (la separación de la Iglesia y el Estado en la educación) o a una "posesión demonÃaca", que para esta gente viene a ser más o menos lo mismo. El perpetrador abandonó a Dios, fuente de toda razón y justicia, asà que todos sus actos estaban desprovistos de ambas. Y ahora arde en el infierno, fin del problema.
De estas maneras, se evita tocar el problema de fondo: cómo una sociedad que valora a sus individuos sólo en base a lo que pueden tener o producir para que tengan los demás, termina alienándolos y convirtiéndolos en Nada, al punto en que pierden el amor a sà mismos y por extensión, al resto de la especie humana.
Los alienados y desesperados de clase baja merecen todos los dÃas las páginas de policiales, por su capacidad de asesinar a otro para sacarle dos pesos. El hecho de que en ello no valoren su propia vida (a diferencia de la mayorÃa de la humanidad, que vive con menos de US$ 1 por dÃa y enfrenta dignamente la pobreza sin matar ni exponerse a morir), queda oculto bajo el motivo de una satisfacción material. Que es la más valorada por la mecánica capitalista: como el capital genera capital, se erige como un fin en sà mismo y como fin último. El Hombre queda desplazado de este cÃrculo, cumpliendo meramente el rol de fuerza laboral necesaria para que la rueda siga girando.
El caso de quienes empuñan un arma contra sus compañeros de clase, en cambio, no admite una desesperada necesidad material como explicación. Pero nadie parece dispuesto a analizar qué tienen en común los ricos y los pobres que salen a matar o morir (o ambas cosas).
<b>Conclusión</b>
Quienes dedican su vida a cualquier rama de la ciencia -tanto <i>exactas</i> como <i>humanÃsticas</i>-, saben que no existen casos inexplicables. En todo caso, hay casos que los puntos de vista y teorÃas actuales no contemplan. Y que requieren ampliarlos o reformularlos.
Ante las masacres estudiantiles, podemos atrevernos a analizar los valores que nuestra sociedad considera <i>normales</i> y enfrentar las causas de nuestra propia alienación (y las del resto de la humanidad)... o concluir rápidamente que "hay gente muy loca", cambiar de canal y seguir en nuestra cómoda ignorancia.
--
Fuente Original: santiago bustelo - detras de las pantallas blog.
<a href="http://www.bustelo.com.ar/index.php/es/2007/04/17/virginia_tech_shootings_aftermath/">http://www.bustelo.com.ar/index.php/es/2007/04/17/virginia_tech_shootings_aftermath/</a>
Licencia de uso:
<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc/2.5/ar/"> Creative Commons Atribución-NoComercial 2.5 Argentina.
April 17th, 2007
La masacre estudiantil en Virginia Tech ocurrida ayer (lunes 16 de abril de 2007) ha vuelto a instalar la discusión de algunos de los valores de la sociedad norteamericana y del resto del mundo... de una manera tan estéril como en ocasiones anteriores.
<b>Los cómplices, <i>o el lado correcto de la mira</b></i>
En el tema de la regulación de armas, las opiniones en Norteamérica son opuestas. Básicamente, porque dependen de qué lado de la mira esté -o crea estar- quien opina.
La Asociación del Rifle Americano (NRA) cuenta con 4.3 millones de miembros, lo que la convierte en la ONG más grande del mundo. En esta ocasión, al igual que en todos los casos anteriores, sus miembros y autoridades están preparados a expresar sus condolencias... y a dejar claro que no creen que la facilidad con la que se pueden conseguir en EE.UU. armas <i>diseñadas para matar a una gran cantidad de gente en poco tiempo y con un mÃnimo esfuerzo</i>, tenga algo que ver con que alguien haya decidido -nuevamente- ponerlo en práctica.
Claro que no sólo en EE.UU. ocurren masacres de este tipo. En el resto del mundo, cada tanto algún Don Nadie se siente inspirado por quienes pasaron a la historia atentando gratuitamente contra la vida de los demás. Que las armas no estén al alcance de cualquiera, impide a la mayorÃa pasar a la acción. En el caso de la masacre estudiantil de Carmen de Patagones, Argentina, el perpetrador era el hijo de un policÃa: le bastó con abrir un cajón para pasar a los hechos.
Los miembros de la NRA creen que portar armas garantiza su seguridad personal. O sea, que tener un arma les asegura mágicamente estar del lado correcto de la mira, y que otros no los consideren como un blanco posible. Mientras que la realidad es que en el momento en que alguien nos está apuntando, tener un arma (descargada y prolijamente guardada en un lugar seguro para evitar que nuestros hijos se vuelen la cabeza por accidente), difÃcilmente haga una diferencia. SerÃa preferible que otro no nos esté apuntando en primer lugar.
En la mentalidad de la NRA, la portación de armas es más que un derecho. Tratándose de la "segunda enmienda", se lo compara en importancia a la primera (la que garantiza la libertad de expresión). Veamos qué dice la famosa Segunda Enmienda:
A well regulated militia being necessary to the security of a free State, the right of the People to keep and bear arms shall not be infringed.
En castellano: <i>Siendo necesaria una milicia bien regulada para la seguridad de un Estado Libre, no debe ser vulnerado el derecho del Pueblo de poseer y portar armas</i>. Esto es, el derecho a portar armas tiene para la Segunda Enmienda el <i>propósito</i> de garantizar la seguridad <i>nacional</i>. La seguridad personal no está contemplada como finalidad.
Sin embargo, teniendo el ejército más poderoso del planeta, la posibilidad de que EE.UU. sea vÃctima de una invasión extranjera es prácticamente nula. Más bien, su ejército tiene la costumbre de invadir "preventivamente" todos los paÃses que puedan suponer una amenaza polÃtica o económica.
El mantenimiento de la <i>Pax Americana</i> debe poco a los más de cuatro millones de miembros de la NRA, a quienes no vemos formando filas quilométricas para partir a Medio Oriente. En lugar de ello, el grueso de las tropas se compone de clases bajas e hijos de inmigrantes. Para ellos, alistarse y arriesgar la vida, es la única manera de obtener una educación y una posición social.
<b>Las vÃctimas, o la cabeza de turco del loco del gatillo</b>
¿Por qué alguien puede alimentar deseos de matar a diestra y siniestra y, peor aún, llegar a hacerlo? Calificar a los perpetradores de estos actos como locos y desquiciados, es la mejor manera de no responder a esa pregunta. Están locos, punto, fin de la discusión.
Una veta de "respuestas" aún "mejores" que enuncian algunos norteamericanos, busca culpar al ateÃsmo (la separación de la Iglesia y el Estado en la educación) o a una "posesión demonÃaca", que para esta gente viene a ser más o menos lo mismo. El perpetrador abandonó a Dios, fuente de toda razón y justicia, asà que todos sus actos estaban desprovistos de ambas. Y ahora arde en el infierno, fin del problema.
De estas maneras, se evita tocar el problema de fondo: cómo una sociedad que valora a sus individuos sólo en base a lo que pueden tener o producir para que tengan los demás, termina alienándolos y convirtiéndolos en Nada, al punto en que pierden el amor a sà mismos y por extensión, al resto de la especie humana.
Los alienados y desesperados de clase baja merecen todos los dÃas las páginas de policiales, por su capacidad de asesinar a otro para sacarle dos pesos. El hecho de que en ello no valoren su propia vida (a diferencia de la mayorÃa de la humanidad, que vive con menos de US$ 1 por dÃa y enfrenta dignamente la pobreza sin matar ni exponerse a morir), queda oculto bajo el motivo de una satisfacción material. Que es la más valorada por la mecánica capitalista: como el capital genera capital, se erige como un fin en sà mismo y como fin último. El Hombre queda desplazado de este cÃrculo, cumpliendo meramente el rol de fuerza laboral necesaria para que la rueda siga girando.
El caso de quienes empuñan un arma contra sus compañeros de clase, en cambio, no admite una desesperada necesidad material como explicación. Pero nadie parece dispuesto a analizar qué tienen en común los ricos y los pobres que salen a matar o morir (o ambas cosas).
<b>Conclusión</b>
Quienes dedican su vida a cualquier rama de la ciencia -tanto <i>exactas</i> como <i>humanÃsticas</i>-, saben que no existen casos inexplicables. En todo caso, hay casos que los puntos de vista y teorÃas actuales no contemplan. Y que requieren ampliarlos o reformularlos.
Ante las masacres estudiantiles, podemos atrevernos a analizar los valores que nuestra sociedad considera <i>normales</i> y enfrentar las causas de nuestra propia alienación (y las del resto de la humanidad)... o concluir rápidamente que "hay gente muy loca", cambiar de canal y seguir en nuestra cómoda ignorancia.
--
Fuente Original: santiago bustelo - detras de las pantallas blog.
<a href="http://www.bustelo.com.ar/index.php/es/2007/04/17/virginia_tech_shootings_aftermath/">http://www.bustelo.com.ar/index.php/es/2007/04/17/virginia_tech_shootings_aftermath/</a>
Licencia de uso:
<a href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc/2.5/ar/"> Creative Commons Atribución-NoComercial 2.5 Argentina.
Creator
Santiago Bustelo
Date
2007-07-30
Contributor
Elva Orozco
Rights
Creative Commons
Atribución-NoComercial 2.5 Argentina
Atribución-NoComercial 2.5 Argentina
Language
spa
Citation
Santiago Bustelo, “VirginiaTech: 32 muertos, 4.3 millones de cómplices y 6.000 millones de vÃctimas,” The April 16 Archive, accessed November 23, 2024, https://april16archive.org/index.php/items/show/855.